Aquí tenéis la transcripción de mi intervención en la Comisión de Cultura, con motivo de la primera comparecencia del ministro Ernest Urtasun, el pasado 22 de enero de 2024.

El señor PUEYO SANZ: Buenas a totz. Muitas gracias, president. Bienveniu, ministro, a esta Comisión, que é la suya.
En primer lugar, me complace darle la enhorabuena por el nombramiento. Es un orgullo para todo el Grupo Plurinacional SUMAR que esté ocupando este cargo. Conozco su talante, he seguido su trayectoria y creo que puede conseguir grandes cosas para este Estado. Como ya pueden suponer, va a contar con todo el apoyo de este grupo parlamentario, porque para el Grupo Plurinacional SUMAR la cultura es primordial. Por eso apostamos por el reconocimiento del acceso a la cultura como un derecho esencial, por el derecho a pensar libremente, a crear libremente, a soñar otras realidades, a construir una comunidad entre todos y todas frente a este mundo individualista y a expresarse libremente, con pensamiento crítico.
Me ha sorprendido que el portavoz de VOX entendiera el pensamiento crítico como «yo critico lo que usted me dice y usted me critica a mí». ¿Eso entiende usted por pensamiento crítico? (El señor Robles López pronuncia palabras que no se perciben). La verdad es que al final es un problema que usted entienda eso cuando de lo que estamos hablando es de capacidad de análisis, de evaluar los razonamientos. Se pueden explicar muchas cosas viendo esto.
Sin más demora, su ministerio ha empezado con la labor parlamentaria, ha empezado con la labor ministerial y ha empezado a desbloquear esos procesos y esos proyectos legislativos que el adelanto electoral dejó en los cajones, pero hay un tema que me preocupa especialmente, porque me llama la atención. Mencionaba usted que comenzarán las ayudas para la promoción del videojuego, el podcast y otras formas de creación digital. Me quiero detener aquí porque el salto cultural y generacional es un abismo, no un salto. No sé cuánta gente aquí ahora ha visto un directo de Twitch, no sé cuánta gente aquí habrá servido a creadores de contenido, pero la nuestra es una generación que se ha criado con los videojuegos y con los creadores de contenido. Hemos creado una nueva cultura abismalmente diferente a la previa y hemos hecho del videojuego la primera industria cultural del Estado y del mundo, facturando ocho veces más que el cine. En la Liga Pokémon, en el Call of Duty o en el FIFA, ahí estaba nuestra generación; en 2009, en los albores de Youtube, cuando todo se hacía por la risa y sin saber que se podía cobrar, ahí estaba nuestra generación, y con el confinamiento, cuando el mundo se vino abajo, cuando todo vino mal, ahí estaba nuestra generación y ahí tuvimos una eclosión cultural. Somos una generación que hoy lidera la creación del stream a nivel mundial y a la que se ha dado la espalda y se ha estigmatizado, bien por desconocimiento, bien por desinterés o bien, quizás, por competencia con los medios tradicionales. Pero, señoras y señores, cuando Ibai Llanos, en La Velada del Año 2, ante 3,4 millones de espectadores, gritó «¡Historia! ¡Historia!», no era solo Ibai Llanos, era toda nuestra generación gritando «¡Historia!» por el camino que habíamos recorrido. Es una generación que tiene grandes retos por delante, como la sexualización que sufren las creadoras de contenido, o como los algoritmos, que determinan qué tipo de cultura se consume.
Por otra parte, estoy totalmente de acuerdo con lo que ha dicho al principio de su intervención acerca del papel primordial que la política cultural tiene para la salud de nuestra democracia. Esa salud peligra sobre todo ante la censura; censura que para algunos partidos políticos no existe, pero que pasaré posteriormente a analizar, porque ellos se denominan abiertamente liberales, cuando son desacomplejadamente antiliberales en ese sentido suyo. Imponen un pensamiento único; imponen una España única; imponen una España, una lengua y una patria; imponen toda esa cultura, y ellos se esfuerzan por el odio y la deshumanización del diferente, de la mujer, del inmigrante, de toda la diversidad afectivosexual. Hemos comprobado negacionismo del cambio climático aquí, en el propio Congreso de los Diputados. Estamos ante una nueva inquisición acultural que se ha instalado en gobiernos autonómicos.
El señor de VOX dice que no hay censura. Le voy a decir unas cuantas. El PP y VOX han censurado obras como el Orlando de Virginia Woolf, películas de Disney como Lightyear por un beso, pasando por obras de teatro, como La infamia de Lydia Cacho; han censurado revistas en catalán en una biblioteca valenciana, y hasta el nombre de Almudena Grandes de la principal biblioteca de La Rioja, todo por razones ideológicas, por antifeminismo, por LGTBfobia y por odio al extranjero, por odio españolista y excluyente. Y añado dos casos de mi tierra. El PP del Ayuntamiento de Zaragoza censuró, al dejar sin subvención, a la Fundación José Antonio Labordeta. Ahora estamos viendo cómo también —para acabar— VOX y, siguiéndole, el Partido Popular acaban de censurar en el Ayuntamiento de Huesca el festival Periferias, porque para VOX es solo un chiringuito de culturetas, porque eso de la cultura, pues bueno… Por cierto, es un festival multidisciplinar reconocido año tras año por el Observatorio de Cultura de la Fundación Contemporánea como la mejor propuesta cultural de Aragón. Y luego estos irán de rebeldes, de contraculturales que vienen a impugnar un sistema, cuando VOX solo está siendo el perro de caza de un señorito molesto como es el PP.
Estos son unos casos de censura que, además, generan una sensación global de crisis, de autocensura consciente e inconsciente. Hay autocensura en cuanto a que la realidad de la vida cotidiana no se puede trasladar a una obra. Autocensura es el trámite de la censura en el que pierde la verdad, en el que tú mismo te censuras. Y la izquierda aquí también debe hacer autocrítica. Hemos visto cómo en ocasiones hemos sido el paradigma de la literalidad puritana. Si no se apuesta decididamente por la libertad de expresión, no existe esa dialéctica con la realidad, y sin tener un pie en la realidad, no puede haber progreso. Por eso, ante la barbarie censora, me felicito de que anuncie el señor ministro el plan de derechos culturales. En este sentido, quiero hacerle también una propuesta concreta sobre el festival Periferias que comentaba, señor ministro. Hay municipios de la provincia de Huesca que están dispuestos a asumir la organización del festival junto con el equipo organizador previo. Por ello, después de veintitrés años de éxito y de ser una referencia de las artes y de la cultura de vanguardia, ¿podrán contar con el apoyo del ministerio? ¿Sobrevivirá Periferias a la censura de estos gobernantes ignorantes e intolerantes? Espero que en esto pueda responderme.
Como veo que me quedo sin tiempo, voy a ser muy breve. Estamos viendo también cómo existe, en materia lingüística, un movimiento de asimilacionismo cultural, un movimiento que lucha contra la multiculturalidad, que no entiende más que esa España única y que ni siquiera se pone a valorar la realidad de las lenguas cooficiales y contrapone una cultura con la otra. En este sentido, nosotros defendemos lenguas cooficiales y lenguas no cooficiales, como el aragonés o como el asturiano, siguiendo también el acuerdo de SUMAR en la campaña electoral, lenguas protegidas por la Carta Europea de las Lenguas Regionales o Minorizadas. En este sentido, señor ministro, queríamos preguntarle qué medidas va a adoptar este Gobierno para avanzar en ese reconocimiento de la pluralidad, y, en especial, en el caso del aragonés, cuando PP y VOX, también en un ejercicio de censura, han eliminado las últimas ayudas, las humildes últimas ayudas que tenía esta lengua minorizada. Le agradezco su mención a esta lengua y dejo ahora el turno a mi compañero, Nahuel González.
RÉPLICA
El señor PUEYO SANZ: En primer lugar, quiero agradecer al ministro su labor y su trabajo por mantener vivo el festival Periferias en Huesca ante la censura.
En segundo lugar, como veo que está toda la gente muy animosa con el aranés, quiero recomendar a Alidé Sans, que es una música, por si alguien tiene curiosidad.
Y, en tercer lugar, quiero comentar una cuestión que el portavoz de VOX, José Ramírez, ha estado mencionando, que decía que habría que apostar por no tener un ministerio de cultura, como en Estados Unidos. (El señor Robles López se gira hacia el señor Pueyo Sanz y pronuncia palabras que no se perciben). En Estados Unidos, por ejemplo, solo en el Estado de California, se invierten 330 millones de euros en producciones cinematográficas, y en España, en 2019, 35 millones. Es decir, se está invirtiendo diez veces más en California. Es decir, la intervención estatal existe y está ahí. (Risas.—Rumores).
Por otro lado, el otro portavoz, que me está ahora recriminando, me ha comentado que era profesor de Filosofía. Yo le recomendaría que practicase el estoicismo, sobre todo en un momento en el que se ha girado y me ha llamado analfabeto funcional, pero en un ejercicio de libertad de expresión, creo que lo dejaré pasar. (Rumores).
Por otra parte, nos venimos refiriendo también al tema de la censura y, sobre todo, al tema de los insultos. Es muy diferente, y creo que es difícil, que la gente quizá no está entendiendo lo que es, por ejemplo, en el mundo del humor, una broma de lo que es reírse de alguien. El propio Ricky Gervais, en el último show de Netflix, lo explicaba claramente; muchos cómicos lo explican claramente.
Estamos viviendo cómo se está sufriendo la censura por parte de la producción artística y cultural. Yo, como productor artístico, en un momento determinado he sufrido la censura y mi equipo también la ha sufrido, y bajo gobiernos que no eran precisamente de extrema derecha. Pero por ello, también existe un asentimiento plural, porque hay autocensura en cuanto que la crudeza de la vida no se puede transmitir de forma limpia, cuando no se puede trasladar a una obra. En ese trámite de censura es cuando se pierde esa libertad, es cuando se pierde la verdad. Entonces, en este caso, estamos viendo también cómo muchas veces los periodistas protestan y se quejan porque, según la Asociación de la Prensa de Madrid, el 75% de los periodistas cede a presiones y el 57% se autocensura. Ellos alegan precariedad, miedo al despido, temporalidad en la profesión y otras cuestiones, pero esto es gravísimo. Es gravísimo que no tengamos una sociedad donde se pueda trasladar la verdad, y que no se puede trasladar la realidad a una obra, a una noticia o a cualquier cuestión que pueda salir en tele o en radio. En este caso, también hemos visto cómo, en un ejercicio de tomárselo todo a la tremenda, se intenta manipular la literalidad más absoluta. Es decir, vamos a la literalidad, y si uno se esfuerza, como dice Rodrigo Cortés, seguro que logra enfadarse y darle la vuelta a un argumento. Entonces, ese esfuerzo ahí lo vemos claramente.
Y, por otro lado, todo el mundo debe ser dueño de su mal gusto, será la sociedad quien juzgue. Cuando alguien hace un proyecto al 99%, existe una posibilidad de fracaso; cuando el proyecto es suyo, existe ese porcentaje de posibilidad de fracaso. Cuando ese proyecto viene influido desde fuera y viene censurado o autocensurado, existe el mismo porcentaje de fracaso. Pero debemos ser dueños de nuestros errores y debemos aprender de nuestros errores. Debemos mejorar como sociedad, a nivel individual y a nivel colectivo.
Por ello, al final la conclusión debe ser sencilla: libertad de expresión, luchar contra la censura y, sobre todo, luchar contra un sentimiento general de autocensura. Gracias.